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miércoles, 17 de marzo de 2010
martes, 16 de marzo de 2010
METAMORFOSIS
A veces quiero escaparme. Escaparme. Y, a veces, esa necesidad de escaparme se vuelve una necesidad de encerrarme. Usualmente eso es lo que pasa, me encierro. ¿Y qué implica encerrarme? Implica no decir cosas y actuar como si nada pasara adentro mío, cuando en realidad, en ese momento, mi "adentro mío" no esté allí, adentro de mi cuerpo. Es decir, generalmente, lo que se termina escapando es mi "adentro mío"; escaparse en el sentido de desconectarse, separarse de mi yo visible, externo, palpable. Y al separarse uno del otro, al disociarse, ese yo visible no es más que un "yo piloto" que no decide sobre sí ni para sí, sino que actúa por plena inercia, manteniendo esquemas, paradigmas, presentes al momento de la ruptura, de la separación entre mi adentro y mi afuera.
Pero hay una diferencia. Antes hace algunos meses, o años, algo similar me pasaba cada tanto. En ese entonces, mi yo integral no podía soportar la ruptura y el escape terminaba siendo real. Y mi cuerpo mutaba con cada mutación de mi esencia. Ahora eso no pasa, mi esencia sufre el ataque de crisis y cambios y se resiste a mutar y se escapa, se desconecta. De alguna forma es como si ya no estuviera dispuesta a atravesarlo, como si tuviera miedo. Sí, eso, tiene miedo, porque sabe lo que pasa cuando lo permite, cuando se da la oportunidad, cuando acepta que tiene el derecho de hacerlo; cuando recuerda que ya lo hizo más de una vez. Sabe qué es lo que quiere pero al mismo tiempo sabe que lo que quiere no será fácil, será doloroso, será confuso y se preguntará continuamente si hizo bien en hacer lo que hizo, por todos los conflictos y dolores que significan.
Y entonces el desorden, el cortocircuito, la angustia, las náuseas, la fatiga, el desgano, la furia.
Inexplicables.
Y entonces, perderme.
_
Está ahí. Todo el tiempo. Recordándome que nunca se va a ir.
Pero hay una diferencia. Antes hace algunos meses, o años, algo similar me pasaba cada tanto. En ese entonces, mi yo integral no podía soportar la ruptura y el escape terminaba siendo real. Y mi cuerpo mutaba con cada mutación de mi esencia. Ahora eso no pasa, mi esencia sufre el ataque de crisis y cambios y se resiste a mutar y se escapa, se desconecta. De alguna forma es como si ya no estuviera dispuesta a atravesarlo, como si tuviera miedo. Sí, eso, tiene miedo, porque sabe lo que pasa cuando lo permite, cuando se da la oportunidad, cuando acepta que tiene el derecho de hacerlo; cuando recuerda que ya lo hizo más de una vez. Sabe qué es lo que quiere pero al mismo tiempo sabe que lo que quiere no será fácil, será doloroso, será confuso y se preguntará continuamente si hizo bien en hacer lo que hizo, por todos los conflictos y dolores que significan.
Y entonces el desorden, el cortocircuito, la angustia, las náuseas, la fatiga, el desgano, la furia.
Inexplicables.
Y entonces, perderme.
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Está ahí. Todo el tiempo. Recordándome que nunca se va a ir.
miércoles, 3 de marzo de 2010
lunes, 1 de marzo de 2010
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